La joya de Aramisa

“Existe un sitio atemporal, de ensueño. Un sitio eterno. Suena maravilloso ¿no? Un sitio deseado. Pues no. Y sí. Cuentan en Velkar que a este lugar se llega perdiéndose; lo que las personas no entienden es que existen muchas formas de perderse en el mundo, no solo caminando; algunos se pierden es sus vicios y otros en sus sueños. Algunos anhelan el pasado o a los que ya se fueron y se abandonan a la tristeza, al recuerdo.

De las historias que se cuentan de ese otro sitioy de su nombre no es menester hablar ahora, pero sí deseo dejar registro para ustedes de un artículo, de un objeto que ha sido codiciado por quienes voluntariamente han querido llegar a aquel lugar. Dejaré anotación para la Gran Biblioteca de la historia de la joya de Aramisa, una piedra de citrino cortado de manera octogonal cuyo amarillo translúcido acumula una fuerte coloración hacia uno de sus ángulos cuando se encuentra cerca de una de las entradas que llevan al otro sitio. Requiere de una palabra de activación que aún no he logrado develar entre las mentiras y verdades que componen los cuentos alrededor de esta.

Se dice que Aramisa fue una mujer mitad elfo y mitad humana a quien su antiguo amor, un hombre conocido con el nombre de Rolthend Bidford, guerrero nómada del desierto de Zirdiraim regaló en una de sus visitas; Rolthend le dijo a su amada que en las noches en que lo extrañara empuñara con fuerza la joya y pensara en su imagen para que así el citrino le indicara la dirección en la que se encontraba viajando y la distancia que los separaba.

Un par de veces más se llegaron a ver ese mismo año separados por unos cuantos meses, sin embargo, Aramisa por un año no supo más de él; preocupada y con el corazón acongojado decidió partir en su búsqueda apretando siempre el regalo del beduino, tratando de llegar hasta él. Lo siguiente que se supo era que la mujer había desaparecido cerca de un oasis sin dejar rastro alguno y que lo único que encontraron en el lugar fue la joya a medio enterrar cerca de un lánguido árbol.

Del último paradero de la joya nada se sabe y no hay ningún rastro que pueda ser seguido. Por lo que no podrá ser posible dar más información mientras tenga tantos volúmenes de rollos y pergaminos por leer y tantas personas a las qué preguntar”.

-Arturo Nichells de Madinat, historiador de Velkar-